Que no sepa tu mano izquierda
Ernesto Argañaraz
Prólogo: José Quito Mariani
Esto es un policial.
El clima general es el del delito y la perversión.
La crudeza de muchas descripciones resulta a veces hiriente. Pero el realismo, en el sentido de reflejo de la realidad, es innegable. No pude menos que recordar todo el impacto que producían en mi ingenuidad de ministro de lo sagrado, las confidencias de víctimas de abusos de toda índole. Esta agresividad descriptiva impresiona mucho más hondo porque está referida a conductas de gente de la Iglesia… a miembros del clero y la jerarquía.
Estoy convencido de que, en este aspecto, nunca la imaginación podrá superar esa terrible realidad.
Toda la novela produce una sensación de espanto ante los bajofondos de la condición humana y una necesidad urgente de manejarnos en la naturalidad y el respeto al sentido común.
José Quito Mariani. Pbro. (Cura de Córdoba).
Nos encontramos frente a un policial escrito por un ferretero cordobés. Sí, no hay error en lo que acaba de leer, es por elección ambas cosas. Tal vez le suene llano, simplón, pero es lo que suena. El sonar más ruidoso será la lectura, cuando usted se meta en la trama o la trama se meta con usted. Esto último será inevitable, va a empezar a sentirse incómoda/o y transpirará de bronca, nerviosismo, odio o morbosidad. Pero no quedará inmune ante esta infección. No diga que no hubo prevención, al menos lo intentamos, pero de todas maneras esperamos que sea tan curiosa/o, como es en esencia el ser humano, y la lea hasta el final. Y se infecte, y supure odio.
Marcelo Cafiso.